Contando hasta mil y usando toda su psicología zen están los operadores telefónicos de la central de Bomberos
de Tomé, Octava Región.
Lo han
intentado todo: por la buena, por la mala, optando por el silencio o
tratando de que el personaje se dé cuenta de que sus llamados ponen en
problemas a la población de Tomé. Pero nada, desde hace más de un mes,
el telefonista catete llama a toda hora y a cada rato a la central de
Bomberos.
Lo más curioso, es que
cuando llama no insulta, no es grosero con los operadores y tampoco
inventa incendios o emergencias para ver en acción a los voluntarios.
Simplemente llama, escucha y, cuando le da la gana, corta.
“Puede
pasar horas con la línea tomada. O cuelga y llama a cada minuto. No
distingue tampoco entre día y noche, ni tiene predilección entre
operadores u operadoras, con todos hace lo mismo”, cuenta el comandante
del cuerpo de Bomberos de Tomé, Roberto Araya.
Lo
que más rabia les da a los voluntarios es que no puedan hacer nada
legalmente porque “lo que está penado es dar falsa alarma pero no dejar
tomada la línea”, agrega el comandante. “Mire, ahora mismo mientras
hablamos está llamando”, cuenta Felipe Pérez, uno de los voluntarios que
han sido víctima del insistente usuario.
El
comandante Araya comenta que por ahora no ha tenido graves
consecuencias en la respuesta a las emergencias, porque han podido
recibir las llamadas a través de Carabineros o Salud, pero “cada segundo
es valioso en un incendio”.
Fuente: lun.com
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